Hay cosas que la vida nos da
gratis, porque sí, porque quiere o porque nos toca, quién sabe.
Podemos encontrarnos un céntimo
en el suelo ya dado la vuelta y cogerlo, o tener que darle la vuelta, qué más
da, es gratis, porque sí.
Quizá jamás en la vida has ido
mirando al suelo mientras andabas y no has encontrado nada. Pues mala suerte,
aunque sigue con la cabeza alta que también está muy bien.
Nuestras madres. Gratis y
porque sí. También nos toca. No hemos hecho nada y ahí está. Siempre va a ser
tu madre, agradéceselo al mundo. Es tuya y que se aguanten los demás.
Pero hoy no me he puesto a
escribir pensando en mamá, en dinero o en suerte.
Me he puesto a escribir pensando
en esos pequeños cabrones a los que
de vez en cuando, y a sus espaldas, llamamos amigos.
Durante estas navidades he
tenido la suerte de irme de viaje con ellos, amigos de la universidad que
también me han tocado gratis y porque sí, a una casita rural al norte de
Madrid. El pueblo se llama Acebeda,
y no me sorprendió por sus paisajes, que lo hizo, o su gente tan peculiar, que
también, sino por el hecho de que no existían los pájaros en ese pueblo. Y lo
que es aún más sorprendente, tampoco los bichos. No vi ni una maldita hormiga,
y eso que hicimos una barbacoa y lo llenamos todo de mierda.
Durante nuestra breve estancia
allí les cogí todo el cariño que me faltaba por cogerles, con un poco de asco,
todo hay que decirlo, que la convivencia es dura.
Una vez vueltos al calor del
hogar propio, a dormir en un colchón de verdad, comer en platos bien fregados y
tener ratos de soledad y libertad, puedo decir que estos pequeños salvajes son
incomparables. Sin embargo, haré una pequeña clasificación, porque seguro que
en tus viajes con amigos te has encontrado o te encontrarás más o menos lo
mismo que yo.
1º El cuadriculado.
Maniático del orden y la
limpieza, por lo general es quien ha alquilado la casa y lo más parecido a
la mamá del grupo. Siempre le echarás la bronca porque no te dejará traer a
niñas a casa, ni comer en cualquier parte ni la libertad que exiges cuando te
alejas mínimamente de papá y mamá.
Sin embargo, deberías darle las
gracias, si la casa no acaba en llamas suele ser gracias a él.
2º El de la música.
Lleva los altavoces y ejerce de
DJ oficial. Su música no es exactamente la mejor del mundo, de hecho te daría
vergüenza escucharla delante de gente conocida, pero, ya que te vas, pues a
cantar y bailar como si te pagaran por ello.
3º El que conduce.
Por el mero hecho de ser quien
te está llevando a donde quieres ir, cree que tiene derecho a no fregar un
mísero plato, a la mejor cama y a que le sirvan la comida. ¡Y una mierda majo!
4º El de los paseos.
Te vas a una casa alejada de la
tuya, donde si estás tumbado más de cinco minutos tu madre te pega un chillido
que te levanta, y aparece un desgraciado que os saca a todos a pasear como si nunca
hubieras visto el puñetero campo. Si me llevé las botas para andar era por postureo en las fotos, joder. Y hablando
de fotos...
5º El de la cámara.
Pobre de él, suele ser el del
mejor móvil o el de la GoPro. Luego deberá aguantar a todos los demás durante
días increpándole para que suba las fotos, pero no todas, ¡que queremos subir
nosotros alguna a instagram!
6º El que cocina.
El más querido por todos, y no
se necesita mucha explicación. Si no fuera por él te comerías los huevos con cáscara y las salchichas siempre crudas,
y lo sabes. Él nunca fregará ni pondrá la
mesa, se lo tiene más que ganado.
7º El de la fianza.
Es ese empanado que sabes que
algo hará. Puede que, milagrosamente, no se haya roto ningún plato, ningún
vaso, ni se haya muerto nadie. Da igual, ya se las apañará él para destrozar
una ventana, una cama o una chimenea. Algo hará, y a la mierda la fianza.
8º El que duerme.
Es el primero en meterse en la
cama y él último en salir. Y, evidentemente, no puede faltar la siesta de
cuatro horas. Solo se levanta para comer y beber. Y ya que me sacáis el tema de
beber...
9º El borracho.
Desayuna y se sirve un copazo.
Come con otro y se pasa toda la tarde con uno. Con uno detrás de otro digo...
Seguro que es él el que conoce
más juegos de beber que nadie, y os hará experimentar con ellos aunque sea él
quien más beba, y orgulloso.
10º El que ronca.
Puede, o no, ser el mismo que
el que duerme. Lo que está claro es que los que compartan cama o habitación con
él no van a dormir mucho. No sabemos si se ha tragado algo o si tiene la
garganta más lleno de mierda que el brazo de Amy Winehouse, pero lo que está
claro es que debería ir a mirárselo.
11º El del móvil.
Te vas a una maldita casa rural
en medio del campo y siempre hay uno buscando cobertura o 3G, 4G o 17G. Él
necesita actualizar Instagram, Facebook,
Snapchat, Hi5, mirar su correo y mandar notas de voz a su perro. Un día
entero sin móvil y le darán por muerto los 27 grupos de whatsapp en los que es administrador, y eso no puede ser.
12º El de la novia.
Este busca cobertura por
necesidad. Su relación está en juego. Más vale que cada vez que haga algún
movimiento llame a su parienta para contárselo o mejor que no vuelva a Madrid.
Los hombres no solemos ser así, no llamamos cada dos por tres, y por eso yo no
le echo la culpa, lo mejor es tirarle el móvil al río y tener una excusa
perfecta.
13º Los fumadores.
A no ser que el grupo en
completo sea de fumadores, van a ser los que más frío pasen. Aprovecharan el
menor despiste para encendérselo en el calor del hogar, a sabiendas de que
tarde o temprano se van a ir con su mierda a otra parte. A la calle, para ser
más concretos.
Y con esto abandono la
clasificación. Habrá más y mucho mejores, está claro, pero también se dejan
algunas para la intimidad de lo privado, que no quiero que me calcen.
Como decía al principio, una
amistad así a mí me ha venido de gratis, y así como ha venido se puede ir, por
eso debemos cuidar a los que nos rodean como si fueran tesoros. Porque llegará
algún día en el que tengamos que recodar, como dice Quique González: cuando éramos reyes.
Y que no se os suba chavales.
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