viernes, 24 de julio de 2015

Como si fuera el primero.



Queda muy feo empezar así, pero estoy harto de escuchar que debemos vivir como si fuera el último día de nuestra vida. Que nos dé todo igual, que esto se acaba ya, que la vida son dos días y uno te va a llover.

Prefiero vivir como si todos los días fueran el primero. Ver las cosas con la emoción de la primera vez, con los ojos de un niño que da su primer paso o del chaval que espera por primera vez en el portal a que baje esa persona por la que sus uñas no han vuelto a ser las mismas.

Defiendo y defenderé siempre esta postura, porque quien hace las cosas por primera vez, las hace con pasión.

No van a salir perfectas, para eso están las primeras veces, pero el modo en que vas a actuar va a marcar más tu día a día que el resultado final de nuestros actos.

Porque así es como debemos vivir, con pasión. Si ponemos pasión a las cosas, no nos pueden salir del todo mal; y si es así, qué más da.


Y si no os lo creéis, preguntadle a mi amigo Freddie; si todos hiciéramos las cosas con ese amor, otro gallo cantaría:



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