martes, 28 de octubre de 2014

Rey Sol

Sí, tengo 21 años. Estoy en esa época de equivocarme, hacer el idiota, cagarla, reírme, joder y volver a reírme. Acercarme a algunas conocidas y a muchas más desconocidas. Intentar conocer a todo el mundo, porque cuanto menos desconocidos menos opciones de aburrirme. Intentar ligar mucho y ligar poco. Enamorarme y desenamorarme, enamorarlas y desengañarlas. Seguir riendo mientras la sigo cagando. Importarme sólo el presente y encerrarme en mi mundo de yupi donde basta con cumplir unas responsabilidades mínimas y saber que si la vida que llevo me hace feliz durante los próximos cinco minutos es que es la vida correcta. Disfrutar de todo porque si algo me ha hecho sonreír es algo de lo que no me debo arrepentir. Fijarme un objetivo y luchar a muerte por él, aunque sea el objetivo equivocado. Luego me doy cuenta, me rio, y me fijo otro objetivo para, efectivamente, volver a cagarla. Tengo el mundo en mis manos.

No estoy orgulloso pero joder, tengo 21 años, si existe algún momento para hacerlo es éste, ¿no?

                  


Me gusta ver la vida como un laberinto que solo tiene caminos rectos. Miles de caminos rectos que salen del mismo punto de partida, tú. Miles de caminos rectos hechos de paja, de material moldeable a nuestro antojo con baldosas amarillas y con un sinfín de finales de, para que engañarnos, mierda.

Pero hay un camino de acero, un camino estrecho y oscuro. Ese camino cuyo final es una gran luz que nos llama mucho, pero no es fácil verla. Siempre recibimos hilos de luz prestados de ese Rey Sol que está al final de un camino de acero con suelo de barro, pero nos gusta demasiado la mierda como para fijarnos en una luz que está demasiado lejos para nosotros.

Esta es la situación: nos encontramos delante de tantos caminos en los que movernos que no vemos que el camino de barro es el mejor. Sí, es barro, cuesta pisarlo y nos vamos a manchar, pero una vez ahí te das cuenta de lo que te gustan las manchas.



Pero la cosa está jodida. A todo el mundo nos llaman las baldosas amarillas y nos sentimos cómodos andando por ahí, incluso taconeamos si se nos da la ocasión. Pero a medio camino el tacón se desgasta y debemos descalzarnos. Además, empezamos a ver que el final de camino tiene tanta mierda como para hundirnos, y ya no tenemos ni zapatos para soportar la más mínima suciedad.

Ahí es cuando empezamos a recibir los hilos de luz que ese Rey Sol nos envía día a día.


Sabemos lo que tenemos que hacer, pero llevamos demasiado tiempo andando cómodamente sobre suelo sólido como para saltar al camino de al lado lleno de barro.

Y es que a veces hay que caer para crecer, callar para hablar y entregarse para ser libre.

Por muy cerca que andes de ese camino, no existe ningún atajo. Debemos volver al principio a calzarnos las botas correspondientes y luchar contra el barro que nos vamos a encontrar por el camino. Porque llevamos unas botas bien grandes, pero no son botas antibarro, nos vamos a manchar y mucho. Las botas no nos quitan esas manchas, las botas son para aguantar todo lo que tengamos que pisar.



Y empezamos ese camino de barro que no queremos llamar felicidad por miedo a que nos juzguen. Desde el principio y con buena letra. Cagándola de vez en cuando pero siendo constantes, porque si no lo eres, está claro que te has equivocado de nuevo de camino.

El camino no es tontería, no vamos a encontrarnos flores ni regalos, pero tampoco vamos a ir solos, porque el 100% de las veces que nos corregimos  ha sido por algo o por alguien que nos ha dado una colleja y nos ha dicho “¡eh, idiota! ¿Qué estás haciendo? Ven por aquí, anda…”.

Y nos fiamos. Porque hay que fiarse. Y volvemos y empezamos el camino a oscuras y a tientas, pero agarrados a otra mano.



Cuanto más avanzamos por el camino más fácil nos resultará seguir, pero no serán menos los dragones que nos vayamos a ir encontrando. Pero los dragones se pueden vencer. ¿Cómo? Con nuestro propio dragón. A medida que avanzamos vamos dando de comer a nuestro dragón personal. Nuestro dragón come decisiones, y depende del tipo que sean su actitud nos ayudará o irá en nuestra contra. Y cuando nuestro dragón se cruza con otros, más vale que haya comido bien, que las decisiones que hayamos ido tomando no sean de esas que hagan que el dragón nos dificulte el camino sino del que nos ayude a vencer a más dragones que siempre, SIEMPRE, vamos a encontrarnos.

Tenéis razón, los dragones no existen. Pero repito, los dragones se pueden vencer.



Y seguimos llenándonos de mierda cada vez más convencidos de que queremos arder en ese Sol que cada vez nos da más luz.

Sí, tengo 21 años. Estoy en esa época de luchar contra el temporal, rodearme de gente de la que me gustaría aprender, hacer el idiota con ellos, reírme y seguir haciendo el idiota. Querer a la gente y cuanta más mejor, sí. Pero también aprender a querer, que no es fácil. Enamorarnos es algo tan inevitable como desenamorarnos, porque los dragones están por todas partes, pero siempre mirando hacia arriba. Importarme tanto el presente como el futuro que es tan mío como el hoy y el ayer. Abrir las puertas para que en mi mundo de yupi entre la realidad y se convierta en el mundo de todos. Evitar aquello de lo que pueda arrepentirme, teniendo los fallos como lecciones y las sonrisas como recuerdos. Marcarnos el sol como objetivo sabiendo que nos vamos a llenar de mierda. Y lo que nos vamos a divertir.




Porque sí, el Rey Sol mola, pero nos van a putear y mucho. De superarlo sí que voy a poder estar orgulloso.

domingo, 12 de octubre de 2014

Experiencias

Hacía mucho que no escribía una entrada con colaboración, y por eso mismo, esta suple todas las demás y está escrita al 100% por otra persona. Una señorita que va a poner la guinda femenina a este blog. 
Chicas, disfrutadlo. 



Tanto si se han tenido muchos o pocos, hablar de “ex” siempre es complicado, por lo menos a mí me lo parece.

Hay muchas clases y muchas “subcategorías”. Tantas que estoy segura de que si te hablo de las mías seguramente no sean ni por asomo parecidas a las tuyas. Y, ¿sabes por qué? Pues tan sencillo como que cada persona es un mundo, y las comparaciones, aunque inevitables, siempre son odiosas… pero no voy a irme por las ramas (o al menos voy a intentarlo).

Creo que, para empezar, cada uno tiene que definirse a sí mismo su  propio concepto de “ex”. Para mí, además de algo que ya ha pasado, es decir, algo que ya no es tuyo, un ex es realmente una EXPERIENCIA. Cuando hablo de “ex”, no solo hablo de lo comúnmente conocido, ex-novio.  Hablo de examigas, exprofesoras, excompañero de curro, ex colega de uni, o del cole… Para mí son todas aquellas experiencias que le han llevado a uno a ser quien es, estar donde está. Por eso, creo que es de suma importancia y altamente recomendable que todo el mundo tenga su propia caja de EXPERIENCIAS, ¿que para qué? Pues bien el día de mañana no sabes si serás capaz de acordarte de todas las decisiones que tomaste o todas las cosas que dijiste, pero siempre podrás tener todas las cosas que guardaste, de decisiones, momentos, hábitos, personas, planes, trabajos y ese sin fin de cosas que te llevaron a ser lo que eres.



Después de esto, amigo mío, querías que hablásemos del típico “ex” y no de mi idea de ex. Pues bien, no solo por mi experiencia, sino además por las de la gente que me rodea, también creo que hay varios tipos de “Ex-Novio”.

Ante todo hay que dejar claro que, para la mayoría de las chicas de este siglo, un ex es prácticamente todo chico que le haya hecho gracia… Ya que hay chicos que aunque te gusten mucho, jamás podrías estar con ellos, porque es el chico que le gustaba a la mejor amiga de tu mejor amiga- e incluso cosas peores he llegado a oír-. Además está el ex-ligue, que es un chico que te ligaba o tú a él, pero que por x razones la cosa no cuajó y se quedó en eso, un EX-LIGUE. Tranquilos, por lo general solemos encontrar otro chico rápido, sino habríais dejado de ser Ligue para estar en una categoría mejor, o quizás no.




A parte encontramos lo que está tan de moda hoy en día, el Ex-rollo. No sabría definirlo del todo bien ya que cada uno lleva los “rollos” a su manera, puesto que los hay exclusivos, hay rollos de una semana... Absurdo. NO, eso NO es un rollo de una semana. Eso es un tío al que le ponías o te ponía y os habéis liado hasta que uno de los dos ha encontrado algo mejor… Lo siento pero es la realidad, suele acabar siendo un “si te he visto no me acuerdo”. Vamos, como el beso  que le das a un desconocido en una discoteca -si es que alguna vez lo has hecho-. Pero claro, desafortunadamente para vosotros, chicos, al día siguiente el 65% de las chicas- igual me quedo corta- os busca en Facebook e intenta saber tanto de ti como sea posible. Eso si la chica tenía decencia de nivel 2 y os preguntó el nombre. Y claro que ella espera que tú la busques y la escribas, NO lo dudes. EX-ROLLO.


Completos desconocidos

Yendo un poco por el camino de la gente decente y con algo más de dignidad, está el famoso PRIMER AMOR. Ese por lo general no suele entrar en la categoría de Ex, ya que jamás lo aceptaremos como algo que acabó o que ya no es nuestro, sino que siempre será eso, el primer chico que te hizo sentir mariposas, el primero en algunos caso en darte un beso, en otros siempre quedará esa tensión sexual no resuelta y ese cómo habría sido nuestro primer beso, todas las dudas de si habría salido bien independientemente de que os besaseis o no, y la pequeña curiosidad que puede que igual que matase al gato, la esté matando ahora a ella pensando en el “y si…” Claro que los “y si…” son de las peores cosas que podemos dejar a nuestras pequeñas cabecitas pensar, te pueden llevar a un lugar del que quizás no sepas salir. Y como siempre digo yo: no entres en un sitio del que no sepas salir. PRIMER AMOR.




Después de este primer amor llega el “ex-noviete”. Esa palabra que tanto usan las abuelas, y que personalmente no puedo tragar. Bien, este “noviete” generalmente es el que supuestamente nos ayuda a superar al primer amor, y con el que nos dimos cuenta de que el primer amor no es algo que haya que superar u olvidar, simplemente es algo que toda chica tiene que tener en su vida, pero vosotros también lo tenéis, eh. Aquí nadie se salva. Al final, éste se queda en un “amiguete”, palabra que por cierto también es superior a mí, a quien, por lo general, siempre tienes cariño y, aunque no sepas de él siempre, cuando sabes te alegras de ello. “EX-NOVIETE”.




Muy a mi pesar- y aunque me sienta mal- he de reconocer que también están los “novios tirita”. ¿Quiénes son? El novio tirita es un chico que te gusta, puede que te atraiga mucho o lo normal, pero que por lo general no ves ninguna clase de futuro con él. Me explico. Nadie a los 15, 18 o 21 años sabe con total certeza que se vaya a casar con un chico, pero siempre, por lo menos yo, si estás con un chico es porque piensas que podríais tener una vida en común, que sois compatibles, que quieres compartir tu vida con él, etc. Pues en el caso de este novio, el futuro no era visible ni en un día despejadísimo y con catalejo. Lo siento por muy cruel que sea. “EX-NOVIOTIRITA”



También estáis vosotros. Los dichosos QUIERO Y NO PUEDO. ¿Por qué? Por un sin fin de razones. La primera, porque no nos conocemos suficiente y posiblemente no se dé la ocasión. Otra, porque eres alguna experiencia de alguna amiga, porque eres un "amigo" o, simplemente, el amigo de un hermano. Porque eres pequeño o muy mayor. Si sois una tontería pasajera se nos pasará con la próxima experiencia que llegue, sea del tipo que sea. Y si no, quizás seáis ese típico amor platónico con la gran duda del “y si…”



Y te dejé para el final. Sí, a ti. Porque, por norma general, sueles evocar al dolor, la felicidad y, en definitiva, me revuelves todo un poco con tanta emoción fluyendo...

Ex Novio.

En el caso de que las cosas acabaran bien, primero se recuerdan las cosas bonitas y los momentos felices que te adentran en la nostalgia. Y llegan las ganas, porque llegan, de vivirlo otra vez, de querer tener un “deja vú” una y otra vez. Hasta que te das cuenta de porqué acabó la felicidad y de cómo llegaron los enfados, lloros y demás malos momentos.

Y si por el contrario acabó mal, olvídate. Solo recordarte que es peor que una patada en los huevos -y eso que no tengo y no sé lo que es-.

Para algunas fuiste el amor de sus vidas por “x” tiempo. Te creían insuperable y juntos os veía como invencibles. Podíais con todo. Erais jóvenes y os comíais el mundo, pero solo JUNTOS.

Para qué engañarnos, eres difícil de superar. Tanto si dejas como si eres dejado- que entonces es más difícil- y si a alguien no le costó superarte, no eras de esta categoría.

Hicisteis grandes cosas juntos y descubristeis quiénes erais entonces, pero mírate ahora. Tú ahí y yo aquí.

¿Qué será de ti? Me pregunto cuando no sé nada y algún estímulo te trae inconscientemente a mí.

¿Pensarás en mí? ¿Echarás de menos algo?



Son dudas bastante curiosas y yo, personalmente, ni las dejo ir ni las sacio.

Si por algún motivo, alguna vez las sacié, entonces flaqueé y pregunté o por ti o a ti. Indicio de que por muy mal que lo pasase o mucho bien que me hiciese nuestra separación, sigues teniendo un hueco casi constante en mí.

Si la dejo ir es porque en parte estoy venciendo a nuestros recuerdos y estoy poniendo fin a esto de pensar en ti, en los tuyos y en tus cosas.

¿Que qué pasa?

Pues pasa que antes o después sin quererlo- o queriendo en bajito- vuelven las preguntas. Déjame darte algún consejo, no siempre le des la razón por no discutir. Las discusiones os benefician, aunque en el momento no veas el lado positivo. Es más, a veces nos gusta que nos llevéis la contraria, aunque algunas seamos princesas no nos deis siempre todo.

Y sobre todo no te pienses que por no hablarme o no vernos, no vamos a pensar el uno en el otro. Es cierto que cuanto menos hablemos o sepamos menos nos echaremos de menos. Pero una cosa te digo es mejor echar de menos que de más.

Que por echar de más mira cómo estamos. Tú así y yo asá, siendo dos personas que lo eran todo y ahora solo somos el recuerdo más o menos bonito de una historia no tan distinta, ya que al final supongo que si estoy escribiendo esto es porque acabó.

Estaba aquí para hablar de los ex, o, como he dicho antes, de las experiencias.

Pero con esto no quería encender la chispa de lo que supongo para ti es solo un recuerdo. Quería decirte que te perdono.

¿Sabes qué? La vida se condensa en eso, en esa primera cerilla encendida. Esa primera ilusión vacía del fuego, tú no me la diste. Esa primera chispa vino de mucho, pero me diste la fuerza para dejarla brillar, para mirarla incendiarse, para volverme fuego yo también y arder juntos con los recuerdos.


Debería agradecéroslo, pero la palabra me suena tan gastada como la suela del zapato de una bailarina. Como esa excusa de sentimiento que llaman felicidad. No, no te agradezco. Os perdono. Os perdono por mostrarme un mundo que sigo deseando tanto después y que no logro volver a encontrar. Os perdono por no quedaros a recorrer este camino conmigo, por no enseñarme eso que reísteis a escondidas de mí. Suenan arrogantes mis perdones, ¿no? Sí, son arrogantes. Son perdones indecisos que no hacen más que cuestionar tus palabras. Pero son perdones sin más. Perdones para que te los guardes en el bolsillo cual cigarro malgastado. Para que los mires y sonrías de vez en cuando.




Perdones para fumarte y liberar en el humo espeso, cada deseo que no me pudiste decir.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...