viernes, 21 de noviembre de 2014

Yo creo en las hadas

Muchos os reiréis cuando diga esto, pero hace poco aprendí que el mundo está lleno de piratas.

Y os reiréis más aún cuando diga que he tenido batallas bestiales con ellos, pero mis armas a veces son tan pequeñas que parecen inexistentes.

Pues si además os digo que creo en dragones, monstruos de debajo de la cama y fantasmas ocultos en la oscuridad, ya será el culmen de la risa.

Más os vais a reír cuando os enteréis de que creo en las hadas. Es verdad, nunca he estado con ninguna. Diréis que nada de esto existe hasta que yo consiga mi hada, entonces seré yo quien ría. Y me reiré de vosotros, y de los piratas, fantasmas y monstruos de mi cama. Tendré mi hada, mi capa, mi princesa y mi espada, y sabréis lo que es una buena carcajada. 

Y mi hada os callará la boca.



Empezaré a ganar peleas, a batirme en los peores duelos y enfrentarme contra los monstruos más feos, y siento decirlo así, pero se van a cagar.

El que quiera entrar en mi castillo será más que bienvenido, pero buscaos a vuestra propia hada, que os veo. Lo único que tenéis que saber para poder entrar es 1) no todo el mundo está preparado para conocer las verdades de castillo, y no por ello tendremos que mentirles, simplemente habrá que esperar a que lo estén, 2) no has llegado a una dimensión futura donde todo es más fácil y mejor, el futuro está compuesto por “ahoras”, y de ti dependen tanto la entrada como la permanencia en el castillo, y 3) debemos ser pacientes, las cosas de palacio van despacio, aunque a menudo pensemos “joder, quiero llegar ya y lo quiero de verdad”, hemos de saber que la paciencia no tiene límites cuando el fin merece la pena.

Y os seguiréis riendo, pero ande yo caliente...

Debéis saber, los escépticos, que no estoy diciendo ninguna tontería. Que una armadura está compuesta por una familia, un hada o princesa por esa persona especial, una espada por esos amigos por los que mataríamos y una capa por nuestras narices, que antes muertos que sencillos.

Y a modo de consejo, busca una buena armadura, hada, princesa y espada. Va a ser un viaje movidito, y sin ellos nos es imposible.


sábado, 8 de noviembre de 2014

No basta sólo con querer


Conocer a una persona no es fácil.

Imagínate conocerla bien.

Cuesta, es difícil y se pasa mal. Pero merece la pena. Se nos viene a la cabeza la imagen de esa persona por la cual las has pasado canutas, has sufrido, has discutido, has reído y, por encima de todo, has estado ahí siempre. Pues como él o ella.

Conocemos a una persona y la situación es algo así como llegar a las copas de un amigo, llegar nuevo a clase, cruzarte con un amigo por la calle y que te presente en sociedad, y que se dé esta conversación:

“-Hola soy Fulano
-Hola, yo Mengana, encantada.
-Igualmente.”

No, eso no es conocer a Mengana.




Conocerla requiere tiempo, orden, dedicación y enfado tras enfado. Vas a discutir, y si no es que eres tonto. Vas a reír, y si no es que no la quieres. Vas a poner a tu orgullo por delante para más tarde tirarlo a la basura, y si no es que no te das a conocer. Vas a esconder secretos, y no hay un y si no en eso, lo vas a hacer sí o sí.

Conocer a una persona no es saber la tecla que hay que tocar  en el éste de su rodilla derecha para sus conseguir que se ría, el lunar perfecto en su dedo corazón de la mano izquierda o la uña medio rota de su pie.

Es mucho más que eso.

Conocer a una persona es como darle la mano.

Porque dos manos forman un puzle.

Conforme vas conociendo más a una persona, vas apretando más fuerte. Habrá manos que te gusten y manos que no, y no por eso son manos peores, simplemente es un puzle que no encaja.

El dueño de esa mano no es perfecto, pero a ti te gusta su mano.
Cuanto más tiempo pasas con ella, más te gusta. Y, de repente, como superar la barrera del sonido, haces ¡BOOM! Y entra en juego la confianza.

El propietario de la mano te va contando su mierda y joder, te gusta esa mierda. Tanto, que aprietas más fuerte, porque no te imaginas la vida sin esa mano, requiera lo que requiera. Y es entonces cuando te das cuenta de que el puzle antes estaba incompleto. Faltaban esos pequeños trozos de cada pieza del puzle que hacen que las piezas encajen entre sí. Son trozos deformes y feos comparados con el resto de la pieza, pero te encanta saber que están ahí, que sin ellos vuestras manos no encajarían nunca y acabarían resbalándose y perdiéndose por el camino.

Esos trozos son los defectos. Repelemos tanto los de algunos y nos gustan tanto los de otros...




Y es que no existe ninguna pieza cuadrada, porque no existe ninguna persona perfecta. Y si no existe ninguna, ¿de verdad crees que van a juntarse dos?

Por mucho que fuerces a juntarte con una persona, han de gustarte sus defectos.

Porque querer es poder, pero no basta sólo con querer.

Campeón, sal de esa ratonera en la que estás escondido y entérate: las cosas hay que ganárselas. Que querer poder es muy fácil, pero querer para de verdad poder es sufrido, costoso, caro y, sobre todo, recompensado.

Que por mucho que las piezas encajen, hacer un puzle de 10.000 piezas no lo consigues en dos días.

A currar.

Conoce a una persona, gánate sus secretos, conoce sus defectos y, después, hablamos de hacer o no hacer ese puzle llamado vida.


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...