Todo el mundo habla de lo jodido que es para una mujer el
hacerse respetar, el ser una chica difícil. Las chicas fáciles no gustan, eso
es así, lo saben hasta los chinos. Las chicas difíciles enamoran, por mucho que
nos duela reconocerlo.
Yo no soy mujer, no estoy ni cerca de parecerme a una. De
hecho, no estoy cerca ni de llegar a empezar a entenderlas. Tengo cuatro
hermanas de entre 17 y 24 años, lo cual debería ser una ventaja para mi proceso
de comprenderos, chicas, pero nada más lejos. Aparte de para tener claro que
las chicas también sufren, lloran, se ríen y tienen días malos (en definitiva,
son seres humanos), tener hermanas no me ha servido para nada. Hablando siempre
de comprender lo que os pasa por la cabeza, que yo os quiero mucho, a veces,
señoritas Pereira.
Dejando claro lo lejos que estoy, he de decir que sí, a
priori, yo soy un chico difícil.
No es difícil que me hagas gracia, que me guste tu forma de
ser y me ría contigo. Puede incluso darse a menudo. Te dejo hacerme gracia. Nos
lo vamos a pasar bien, nos va a gustar ese tonteo sano que existirá entre ambos
y en principio no nos apetecerá conocer el pasado del otro. Vamos a disfrutar
hasta de ese lado misterioso de la vida de cada uno, queriendo descubrirlo poco
a poco, pero gustándonos por el desconocimiento. Si te dejo escapar no será una
gran pérdida, ya que fue divertido mientras duró.
Quizá, después de hacerme gracia, llegues a gustarme. Esto
es más complicado y roza el término difícil, pero también puede darse. Te dejo
gustarme. Aquí el lado misterioso se ve claramente mermado. El hecho de
descubrir cosas ocultas, esos secretos de cada uno, y ver que nos gustan, hace
que esa gracia que me hacías se convierta en algo más. Te preguntaré tu
historia, querré saber quién eres y cómo has llegado a ser tú. Yo seguiré
siendo el mismo, gracioso para hacerte reír y comprensivo para que veas que te
escucho. Seguiré teniendo ese lado misterioso y tú seguirás llamándome incluso
aún más la atención por lo mismo.
Si acaba, será una pena, pero ojalá todas las penas fueran
así.
Repito, soy un chico difícil, por eso te permito que me
hagas gracia e incluso que me gustes, pero a mí no me enamores. Soy un chico difícil
y no estoy acostumbrado a pasarlo mal, porque nunca me he arriesgado a ello,
llámame cobarde si quieres. Por eso, si llegas a este paso, no me hagas daño.
Estate segura de lo que estás haciendo mientras escalas esa montaña de mi vida,
de mis miedos, mis dudas, mi secretos, mis manías y, sobretodo, mis defectos.
Porque llegados a este punto, los vas a ver, y a menudo. La
parte misteriosa va a desaparecer casi por completo, así que hazte a la idea de
que lo que conoces es el 90% de lo que hay. Eso sí, te aseguro que el otro 10
es la mejor parte, te va a encantar y haré lo posible porque así sea, que si
nunca lo comparto con nadie es por eso, porque es de uso exclusivo. Voy a ser
menos chulo que antes, menos pasota, más abierto y voy a querer verte más. Si
llegas a este punto, repito, muy difícil, no te eches atrás, porque estarás
jugando con fuego y aquí el que se quema seré yo.
Por eso, como consejo de parte de todos los chicos
difíciles, os digo:
A nosotros no nos enamoréis.
P. D.: no si no sabéis lo que conlleva.
¿Te da miedo que te enamores o de que te enamoren?
ResponderEliminarNo me da miedo ninguna de las dos, me parece que es de lo mejor que hay. Lo que no me gusta y sí, puede hasta darme miedo, es el desenamoramiento. Eso sí sería doloroso.
EliminarCreo que lo peor de desenamorarse es hacerlo, pero siempre habrá nuevas personas que te harán daño y otras que te tratarán como te mereces. No sé, creo que se es demasiado joven aún para preocuparse de qué pasará mañana.
EliminarEstá claro que PRE-ocuparse es ocuparse antes de tiempo. Por eso hay que evitarlo y centrarnos en ocuparnos de ello cuando llegue, tengamos la edad que tengamos, siempre seremos más jóvenes que muchos y más viejos que otros tantos.
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