martes, 5 de marzo de 2013

Efecto Búmeran

-Juguemos dos partidas más. 
-Solo una, que hay que madrugar.

La espera puntual en la puerta escolar, con un sandwich en el bolso para merendar y mil besos diarios que nunca fueron en vano, porque todos los guardo, son sus lecciones de enseñarme a amar.

Otra lección de manual: los enanos vienen y los mayores se van, y ella no fue una exepción. Mi horóscopo robó la pila de su reloj, prendida con dos baterías. La anatomía olvidó su pulsación...

Que levante la mano aquel que no llora al pensar en los platos que su abuela preparaba como nadie. El sabor del recuerdo es agrio y agradable, pero si duele es sinónimo de que un día sobraba alegría, y yo ahora pido una sonrisa por cada vez que sonreí.

Necesito un segundo...
Porque tú esta noche no verás anochecer, por mucho que el ocaso se anticipe a las seis. Abrázame fuerte, con tu beso en la frente, pero en tu bolsillo un billete de tren.

Por toda la gente que ya no está con nosotros, y por quienes daríamos nuestra vida porque recuperaran la suya.
Ojalá existiera un efecto búmeran, como el mar vuelve al mar.

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