lunes, 18 de noviembre de 2013

Y así estoy

¿Qué quieres que le haga si la vida me ha hecho llagas en la lengua?
¿Cómo hago que comprendas que lo que en ti crece, en mí siento que mengua?




Más bien dicho nunca has sido nada para estar en mi cajón. No te dejes engañar por esta pluma que en verdad pincha aceitunas y algún que otro corazón.

Si hay que acudir al matrimonio, yo me pido al demonio con sus patas de corcel. Que me gana en colmillos y en rabo, pero en cuernos yo le gano y se los enseño a poner.

Cada vez que parpadeo me enamoro y veo a una mujer de rojo. No ves que los andares más bonitos los agarro con los ojos.

Y aquí estoy con el beso endurecido, el alma de cartón y el corazón me lo han perdido. Me han endurecido el beso, el romance pierde peso y no le ciñen sus vestidos.

Ve y pregúntale a las calles, te dirán de mí un alarde por cada losa que pisé, y nunca hablarán de otras cosas que me han visto pisar. Cada esquina tiene una mentira ensayada que me enmascara, tengo un pacto con esta ciudad.

Si te soy sincero soy, un cobarde, un amante del desamor, una bata sin fraile, un don nadie, una cerveza sin alcohol. Por fuera soy grande, y de piel para dentro un insignificante peligro en extinción

Ahora tampoco digas que en un soplo tú me olvidas porque se que no lo harás, ya que no hay mujer vivida que por poco conocida yo pueda olvidar 

Y así estoy...



Si alguna vez te besé más de la cuenta, cuando yo cuento cincuenta tú le pones veinte más. Si me casé con tus besos oxidados por el humo del cigarro fue porque yo soy igual. Si me volví un adicto en serte compañía, quizá con demasía, al parecer eres mi cruz. Aún me acuerdo todavía que decías que sin mí, tú no eras tú.


Si no sé estar sin tus besos de soplillo, sin la falta de tornillos que tú me has hecho perder. Si no sé estar sin tu foto en el bolsillo, sin las yemas de mis dedos esculpidas en tu piel. Si no sabía hacer la O con un canuto cuando al fin te conocí, acariciándome la voz, en aquel viejo instituto, en los lavabos, tan pequeño y tan precoz.


Quiero ser fiel al manual de los excesos, besarte los besos, pisarte los pasos, llenarme los vasos de ti. Y cuando me mates, cuéntales que no fui bueno, que estaba muy negro por dentro y mi aliento alentaba a alquitrán y carmín. 

Si me he escapado ya diez veces este año de tus besos y arañazos, de tu sonrisa de carbón. Si regresé tantas veces de mi huida es porque el daño era aún más grande con la ausencia de dolor. Si me volví un adicto en serte compañía cada vez que regresé para jugarme la salud. Aún me acuerdo todavía que decías que sin mí, tú no eras tú. 


Quiero ser fiel al manual de los excesos, me dice que debes estarte más cerca que lejos. Y cuando me mates, cuéntales que no fui bueno, que estaba muy negro por dentro y mi aliento alentaba a alquitrán y carmín. 

Si alguna vez te besé más de la cuenta, cuando yo cuento cincuenta tú le pones veinte más...

lunes, 4 de noviembre de 2013

Yo para ser feliz quiero un camión.

Ahora que ha empezado, y avanzado, el curso y tengo delante de mí las asignaturas en las que estoy matriculado, puedo decir con sinceridad: “Me cago en la p…”. Es verdad, estudio magisterio y tengo asignaturas como música, educación física, matemáticas (obviamente dirigidas a niños de primaria),… Aún así, como que no me apetece mucho. Aparte de esas asignaturas tengo física, sociología, y una que me ha sorprendido bastante, aun que ya la hubiera cursado el año pasado: ética.



He de decir que el año pasado la cursé en inglés, pero digamos que la profesora es el claro ejemplo de profesional al que no quiero llegar a parecerme nunca en la vida. Quizá sea la nueva profesora, o el libro que me ha mandado leerme, pero este año veo la asignatura con distintos ojos.

Mucha gente diría que el libro, La Vida Lograda, es una especie de manual a seguir, o una opinión personal de algún subidito de tono que nos dice cómo actuar.

Mi opinión está lejos de eso. No digo que lo que lea en el libro sea la verdad absoluta, pero muchas cosas de las que dice son fruto de pensar objetivamente las cosas. Y así es como me gusta verlo a mi todo, pensándolo.

Las cosas no son lo que parecen a primera vista. Eso es una verdad como un puño. Por lo tanto, no podemos, o no debemos, actuar ante las cosas con el primer impulso que tengamos, porque aparte de ser una temeridad, existe la gran posibilidad de que nos equivoquemos. Al igual que esas cosas que a primera vista parecen otras, y si les echamos un par de vistazos más sabremos lo que son o nos acercaremos más a ello, con ese primer impulso que tenemos a modo de reacción, si lo estudiamos un momento y vemos si existe otro modo de actuar, seguramente la reacción que tengamos sea bastante más productiva y mejor en casi todos los sentidos.



Hasta aquí todo bastante lógico.

Esta teoría tumba por completo el sentimentalismo como forma de actuar. No debemos hacer lo que sentimos, si no lo que razonamos. Partiendo de esto, Kant formuló la pregunta de: ¿Qué debo hacer?

Parece una tontería porque todo el mundo se lo puede plantear día tras día en distintas situaciones, pero no me refiero a eso. Me refiero a qué debo hacer a lo largo de mi vida. Qué debo hacer para terminar mi vida y pensar: he logrado el objetivo al que toda persona quisiera llegar estando en mi lugar. Eso es lo que el libro de ética quiere decir con una vida lograda.




 Ese“objetivo”, por llamarlo de algún modo, es igual o debería serlo en todas las personas: la felicidad. El problema básico es diferenciar qué es la felicidad para cada uno de nosotros.

Alguno dirá que cuanto más dinero, más felicidad. Mal, eso está claro. Conozco a más gente de la calle muchísimo más feliz que muchas personas con mucho dinero. No puedo deciros si Bill Gates, Amancio Ortega o un jeque árabe son felices o no, porque también hay que tener claro que el dinero no es ningún mal, puesto que cuanto más tengamos, más podemos ayudar.

Para terminar, y no daros mucho la brasa sobre esto, una reflexión.

¿Y tú? ¿Qué necesitas para ser feliz? Yo para ser feliz quiero un camión. Parece que Loquillo lo tenía claro.



Muchos se respaldan en el amor, en la familia, en los amigos, y eso es realmente lo que yo opino que puede completarnos del todo, lo que puede ayudarnos a tener una vida lograda. Si la gente nos ayuda igual que nosotros les ayudamos a ellos, simplemente por el hecho de que nos da la gana ayudarles, porque deseamos su felicidad, nosotros recibiremos exactamente lo mismo.

Además, un bombero llegará a una vida lograda apagando bien los incendios, un abogado defendiendo buenas causas, un médico salvando vidas, un procurador… haciendo lo que haga un procurador. Una vida lograda es un cúmulo de pequeñas y grandes cosas que completan nuestra vida haciéndola, la de cada uno, singular por ser de cada uno pero especial y feliz en esencia.

Cada persona debe buscar aquello que le llevará a completar una vida lograda, cumpliendo bien con su profesión, con su deber en la familia, en la sociedad, y en el interior de sí mismo.



Nunca hay dos vidas iguales, pero sí pueden y deben darse miles de millones de vidas logradas.

P. D.: yo, para ser feliz, quiero terminar mi “bucket list” y dedicar mi vida a los demás. 
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